La Vuelta, primera organizada por El Correo español-El Pueblo vasco, volvió tras cuatro años de ausencia con más fuerza que nunca. La escasez de corredores de ediciones anteriores quedó en el olvido y se pasó a 106 participantes, divididos en 18 equipos, con un considerable número de estrellas, tanto nacionales como extranjeras. Bahamontes, Loroño, Emilio Rodríguez, Bernardo Ruiz, Poblet, Bauvin, Magni, Germiniani y el hasta entonces desconocido Dotto, quien sorprendentemente se adjudicó el triunfo final, formaron una participación de lujo, que hizo aumentar el prestigio de la ronda española.
El interés de los aficionados se centró en la primera parte de la Vuelta en la enconada lucha que mantuvieron españoles y franceses, con los italianos, claros dominadores de la parte final, como testigos de excepción. Sin embargo, el principal enemigo del equipo hispano fue la tremenda desorganización que se vivió en su seno, lo que dejó en bandeja el triunfo a los corredores foráneos y privó a los aficionados del tercer triunfo consecutivo de un corredor nacional.
Los transalpinos sí demostraron ser un auténtico equipo y se adjudicaron nueve de las diez últimas etapas, aunque no contaron con un invitado de excepción, el francés Dotto, quien se metió en una escapada consentida por el pelotón y que a la postre decidió la carrera. Dotto aguantó los ataques de unos y de otros y llegó a Bilbao como líder, mientras que los italianos se "contentaron" con ultimar su preparación para el Giro y ganar la mayoría de las etapas.
El español Jiménez Quiles y el italiano Geminiani escoltaron a Dotto en el podio, mientras que la clasificación de la montaña la encabezó el transalpino Giusseppe Buratti, con cuatro puntos de ventaja sobre Antonio Gelabert y 15 respecto al francés Gilbert Bauvin.
